"Si abrieras realmente los ojos, y vieras, verías tu imagen en todas las imágenes. Y si abrieras tus oídos para oír, oirías tu propia voz en todas las voces." -K.Gibrán
Y al abrir los ojos ella sintió todas las ganas de rebelarse, de levantar en protesta a todos los árboles, a todos los cerros, a todas las criaturas, mares, ríos y quebradas. De confundirse en una fila interminable de mujeres con cuerpos amoratados, de pelícanos rezumando petróleo, de soldados adolescentes con la metralla acurrucada en un frío abrazo, de niños de ojos tan enormes como el vacío en sus barrigas, de manos heridas y sin dueño apretando puñados de diamantes ensangrentados, de pequeñas con las espaldas y los pechos achicharrados al sol y marcados por látigos de mango de encaje y lentejuelas, de viejos sabios deambulando en el olvido.
Hasta el mismísimo tiempo se detuvo ante la intensidad de su anhelo. Vio entonces su deseo realizado, y al encontrarse en medio del abrumador tumulto sintió pecho adentro la punzada aguda del dolor ajeno, y sintió garganta adentro ganas de gritar, y gritó.
Gritó, y el alarido que le nació en las entrañas fue tan desgarrador que sacudió los cimientos del planeta que habitaban, e hizo temblar a todos los cuerpos celestes en el inacabable espacio. Y de aquella vibración se fue formando en espirales un sentimiento tan puro, tan doloroso y tan inmenso que se derramó, fluyendo en torrentes desde cielo y tierra hacia todos sus desamados. Y el amor los arropó.
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