Deseos
22 de junio de 2010
Antes de volver a nacer deseé una familia.
Y alrededor me creció un bosque de árboles frondosos
que me dejaron respirar bajo sus ramas;
y más allá otros, con mayor altura,
de cuya corteza fabriqué la armadura
para resistir los embates de la vida.
Y a la sombra de mi bosque me nacieron retoños.
Y antes de vivir de nuevo, deseé amigos.
Entonces me quemó el sol,
pero cayó sobre mí un copioso aguacero,
y de sus millones de gotas,
sólo algunas mojaron mi piel,
pero su frescura fue tanta que me inundó los poros
hasta humedecerme el alma.
Mucho antes de ser yo, deseé sabiduría.
Y para llegar a ella hoy ante mí aparecieron
todos los senderos del mundo,
cortos y largos,
anchos y angostos,
llanos y escabrosos,
sin un letrero que los nombrara,
pero libres para que yo los caminara.
Y antes de engendrarme,
con todas las fuerzas deseé amor.
Y pasaron por mí las horas de la vida
coloreándome los días de verdades y mentiras
que me imprimieron dolor;
de lágrimas y alegrías,
de muertes, de nacimientos,
de nostalgia y pensamientos,
de aventuras, desventuras,
de tulipanes y ortigas;
de almas nobles e inocentes
y un cuerpo para sentirlas;
mas también de gente impura,
de insospechados placeres
y de experiencias prohibidas.
Cuando al fin me hice consciente,
lo que tenía era tanto
que pude ofrecerle a otros de la copa de mi vida
y sanaron para siempre,
una a una, mis heridas.
Cuando me haya ido y vuelva
como tantas otras veces
por el puente del regreso
a sembrarme en esta selva,
ya no desearé todo eso.
Yo sólo pediré silencio.
Un rato a solas y a escondidas
con mi bosque, mi aguacero,
mis caminos…y mi vida.
Y alrededor me creció un bosque de árboles frondosos
que me dejaron respirar bajo sus ramas;
y más allá otros, con mayor altura,
de cuya corteza fabriqué la armadura
para resistir los embates de la vida.
Y a la sombra de mi bosque me nacieron retoños.
Y antes de vivir de nuevo, deseé amigos.
Entonces me quemó el sol,
pero cayó sobre mí un copioso aguacero,
y de sus millones de gotas,
sólo algunas mojaron mi piel,
pero su frescura fue tanta que me inundó los poros
hasta humedecerme el alma.
Mucho antes de ser yo, deseé sabiduría.
Y para llegar a ella hoy ante mí aparecieron
todos los senderos del mundo,
cortos y largos,
anchos y angostos,
llanos y escabrosos,
sin un letrero que los nombrara,
pero libres para que yo los caminara.
Y antes de engendrarme,
con todas las fuerzas deseé amor.
Y pasaron por mí las horas de la vida
coloreándome los días de verdades y mentiras
que me imprimieron dolor;
de lágrimas y alegrías,
de muertes, de nacimientos,
de nostalgia y pensamientos,
de aventuras, desventuras,
de tulipanes y ortigas;
de almas nobles e inocentes
y un cuerpo para sentirlas;
mas también de gente impura,
de insospechados placeres
y de experiencias prohibidas.
Cuando al fin me hice consciente,
lo que tenía era tanto
que pude ofrecerle a otros de la copa de mi vida
y sanaron para siempre,
una a una, mis heridas.
Cuando me haya ido y vuelva
como tantas otras veces
por el puente del regreso
a sembrarme en esta selva,
ya no desearé todo eso.
Yo sólo pediré silencio.
Un rato a solas y a escondidas
con mi bosque, mi aguacero,
mis caminos…y mi vida.

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